Fuente: mihistoriauniversal
Los griegos y los romanos consideraban a los celtas como enemigos peligrosos, pero vulnerables. La furia de los celtas en la guerra era legendaria y su valentía y experto dominio de los caballos eran muy admirados. No obstante, se los consideraba carentes de la disciplina de los soldados griegos y romanos. Algunas de las prácticas celtas, como conservar las cabezas cortadas de los enemigos distinguidos y presentárselas a los visitantes, eran consideradas horribles por los pueblos mediterráneos.
El guerrero celta era completamente distinto al legionario romano. Llevaba el pelo blanqueado con cal y vestía pantalones en vez de túnica. También llevaba joyas y una colorida capa a cuadros. Por lo general llevaba una larga espada de hierro, una lanza y un gran escudo de piel. El casco y la cota de malla le daban una protección adicional, si bien hay muchos textos que nos dicen que los guerreros celtas iban desnudos a la batalla, excepto por el torques (gargantilla decorada de oro o bronce).
La guerra era extremadamente importante para la sociedad celta. Las tribus estaban gobernadas por elites guerreras para las cuales su reputación de valentía en la batalla era una importante fuente de poder. El fracaso, en especial en el caso de un jefe, no era aceptable, y en ocasiones los jefes celtas se suicidaban para no sufrir la humillación de la derrota. El poder de un guerrero celta venía determinado también por el número de sus seguidores, de modo que su habilidad para distribuir la riqueza conseguida a través de las incursiones o las conquistas era de gran importancia.
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